El Ministerio de Sanidad ha puesto en marcha el Plan de colaboración para la mejora de la composición de los alimentos y bebidas y otras medidas 2017-2020. Según Dolors Montserrat, ministra de Sanidad, “Este Plan es una herramienta eficaz para luchar contra las enfermedades crónicas que más nos afectan: la diabetes, enfermedades cardiovasculares, el cáncer y la obesidad”
Dice el Ministerio que “El plan tendrá un importante impacto en la cesta de la compra, ya que recoge los compromisos de reformulación de los sectores de la fabricación y de la distribución, para varios tipos de alimentos y bebidas de consumo habitual en niños, jóvenes y familias y se centra en la reducción de azúcares añadidos, sal y grasas saturadas. Las reducciones serán de en torno a un 10% en más de 3.500 productos, gracias al compromiso voluntario de más de 500 empresas.”
Suena bonito, pero que nadie se engañe: estos productos no pasarán a ser saludables y ahí está el problema porque, lejos de reducirse, puede incluso confundir a los consumidores y aumentar su consumo. Sin embargo, nada se dice en este Plan de educar a la población en el consumo de alimentos poco o nada procesados, y por ahí debiéramos empezar. Si además bajamos los precios a los alimentos saludables y penalizamos a los insanos, protegemos e impulsamos a los pequeños y medianos productores ecológicos del país, mejoramos el etiquetado de los productos, marcamos estrictas normativas a la restauración social (colegios, guarderías, hospitales, residencias, etc) y favorecemos en las ciudades, escuelas y entorno familiar la vida activa y las actividades al aire libre, habremos elegido el camino inteligente para derrotar a las enfermedades que están proliferando en los últimos años.
Próximo taller que impartiremos en los comedores escolares que atiende nuestro catering:
“El azúcar escondido”